Winston Churchill y el poder de abandonar

Escrito por Juan Carlos Moscoso

El día 29 de octubre del 1945, Winston Churchill entrego un discurso demoledor: “Nunca os rindáis, nunca os rindáis, nunca, nunca, nunca, en nada, grande o pequeño, valioso o insignificante”. Mientras hablaba el mundo estaba en plena guerra mundial con los ejércitos de Hitler avasallando a toda Europa. La aviación Alemana sacudía con sus bombarderos, matando miles de personas. ¿Y Churchill? Invitando a la firmeza.

Por eso,  cuando escuchas el nombre Winston Churchill, ¿Qué es lo primero que viene a tu mente? ¿El hombre firme y poderoso que combatió a los Nazis? ¿El líder ganador y fuerte? Y no te equivocas. Sir Winston Churchill era el héroe de combate. 

Pero hay una versión de su valor que casi nunca mencionamos. Es la aquella donde él se rinde y abandona.

Tal y como lo escuchaste.

A pesar de su célebre consejo a los alumnos de Harrow de nunca rendirse, Churchill fue un tránsfuga profesional. El cambiaba de ideas, partidos y tendencias como si fueran sombreros:

“Poco después de entrar en política cambió un partido por otro y luego abandonó el gobierno. Cuando se reincorporó, cambió de partido otra vez. Y cuando no abandonaba, lo echaban. Pasó años en el páramo político, denunciando la política contemporizadora británica con los nazis, y solo volvió al gobierno cuando el fracaso de esa política condujo a la guerra total”

Nuestra cultura no es muy amigable con los que abandonan. A fin de cuentas, solo los que abandonan pierden. Y la única forma de lograr el éxito es permaneciendo. Pero renovamos el armario cuando la ropa esta pasada de moda, y cambiamos el color de la pintura cuando ya está averiada. Pero nos negamos abandonar emprendimientos e iniciativas deterioradas.  

Permanecemos congelados con el ayer. Y ocurre de manera muy sutil y suave: llevas mucho tiempo en esa carrera, deporte o negocio. Ya invertiste varios años en ese proyecto soñado y aun nada de éxito. Sigue consumiendo todo tu hoy. Te arrastra como los collares al perro. Pero te resistes a abandonarlo. Los economistas lo llaman “el costo irrecuperable” que se produce cuando invertimos tiempo o dinero en alguna actividad, y a pesar de no ser rentable, nos negamos abandonarla para no perder lo que hemos invertido. Planes tan bien trazados, que se convierten en vendas que nos ciegan los ojos antes otras oportunidades y alternativas.

El anterior alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, lo comprendió. «En medicina, o en ciencia, [si] recorres un camino y resulta ser un callejón sin salida, realmente has hecho una contribución, porque sabemos que no hemos de recorrer ese camino otra vez. En la prensa lo llaman fracaso. Y por eso la gente no está dispuesta a innovar ni a correr riesgos en el gobierno.»

El entrenamiento que nos dan en la mayoría de las escuelas y empresas es que si el plan no va según lo planeado, hay que redoblar los esfuerzos. Invertir más recursos. Estudiar más. Pero nunca abandonar el plan. Dicho de otro modo: hay que aumentar el compromiso. Se escucha bien desde un atril. Pero hay momentos donde emprender exitosamente, también implica abandonar humildemente.  Adam Grant comenta:

“El aumento del compromiso es un factor fundamental en los fracasos que pudieron evitarse. Irónicamente se alimenta de unos de los motores del éxito más celebrados: las agallas. Tener agallas es una combinación de pasión y persistencia. Y las investigaciones demuestran que pueden desempeñar un papel importante cuando se busca alcanzar objetivos a largo plazo. En los procesos de reconsideración, sin embargo, las agallas puede tener una zona oscura. Las personas con agallas, suelen apostar demasiado de las ruletas de la vida, y son más propensas a mantener el mismo rumbo aunque las cosas salgan mal, o la tarea sea imposible. Las investigaciones han demostrado, que incluso los alpinistas con más agallas, suelen tener más probabilidades de morir, porque están decididos hacer lo que sea que necesiten hacer para llegar a la cumbre. Hay una línea muy fina entre la persistencia y la testarudez estúpida”2.

Alguien le pregunto a Churchill que fue lo que más lo preparo para arriesgarse al suicidio político al hacer un discurso contra Hilter, durante los años de pacificación a mitad de la década de los treinta, y luego dirigir a la Gran Bretaña en contra de la  Alemania Nazi. Churchill respondio: Haber tenido que repetir un año en la escuela primaria.

¿Ósea usted fracaso un año en la escuela primaria?, le preguntaron.

Nunca fracase en nada en mi vida. Se me dio una segunda oportunidad para hacerlo bien.

Cambiar de opinión, idea, iniciativa, carrera o emprendimiento es una clave oculta para alcanzar el éxito a largo plazo. Por eso el genio Winston Churchill dijo: Un fanático es alguien que no puede cambiar sus opiniones y que no quiere cambiar de tema.

Notas

1-Piensa como un Freak.  

2-Piensalo otra vez

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